Y entonces las lágrimas se acumularon en mis ojos con tal velocidad que me pareció increíble el efecto que pueden tener las palabras en las personas. Más que nada en este caso, porque sabía que era totalmente verdad, y que hacía bastante tiempo que no me sentía tan feliz y con tantas ganas de sonreír.
Mi semana no había empezado bien ni iba a terminar bien, pero había acumulado los momentos necesarios como para continuar flotando en una nube que me adormecía y prácticamente no me dejaba pensar. Y me asusté al encontrarme llorando y riendo a la vez después de escuchar esas palabras. Porque no me habían saltado lágrimas de la risa como suele suceder, sino que de verdad lloraba y reía. Reía, porque me encontré tan transparente, tan vulnerable... Era verdad lo que me había dicho, ¿pero de verdad se notaba tanto? ¿Qué tanto un poco de felicidad podía cambiar las expresiones de mi rostro? Entonces me causó gracia todo, porque estaba feliz, y reía, pero las lágrimas se habían acumulado antes, porque en realidad a la vez sufría. Pero era un sufrimiento tan extraño, porque cuando no estaba sola, cuando no me dejaba llevar por los más oscuros pensamientos, se transformaba en el más hermoso de los sentimientos. Así que lloraba por eso, porque había habido momentos en que ese sentimiento (que en realidad era uno solo y que en realidad se manifestaba en diferentes estados de ánimo), me había hecho pasar malos momentos, me había hecho sentir insignificante, estúpida y abandonada; reía porque, por otro lado, jamás había sentido algo tan extraño y tan... lindo, porque jamás había pensado en cosas tan locas y tan maravillosas.
Cuando paré de reír (o llorar), me sequé las lágrimas y me quedé pensando en todo eso, todo lo que últimamente había cambiado mi cara y me había hecho sentir bien. Sonreí. Definitivamente todavía no veía un fin a todo eso que me pasaba. Sí, podía intentar ponerle fin yo misma, pero bien saben otros que también lo sintieron que es algo muy difícil de realizar, hasta cierto punto incluso parece imposible. Pero tampoco me molestaba sentirme así por el momento. También sabía que iba a volver a llorar y que iba a volver a sentirme mal por ese sentimiento en algún momento. Pero quién sabe qué solución iba a encontrar al final...
Felicidad o tristeza, correspondencia o el olvido. Ya lo pasé antes, y tal vez por eso ahora esté asustada. Sin embargo, debo esperar cualquiera de los dos fines, y cualquiera de ellos será aceptado, siempre y cuando sea mi final, feliz o triste.
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