Llévame hacia la luna, y déjame jugar entre las estrellas.
Y él pensó que le daría eso y mucho más si tuviera el valor de hacerlo. ¿Cuál era la piedra con la que cargaba todos los días, esa que hacía que todo su entorno se moviera lentamente, de una manera horriblemente tediosa? Porque, pensó, era demasiado joven para sentir que no valía nada en la vida, pensó que era demasiado joven para estar pensando ya en que no tenía ningún propósito en aquel mundo. ¿Cuánto tiempo hacía que no asistía a la escuela sin odiar hacerlo? El tiempo lo había llevado a pensar que tal vez todos estarían mejor si él no existiera.
-¿Qué te pasa? -preguntó al verla sonreír. Y a pesar de estar tan deprimido, aquel gesto todavía despertaba algo en su interior, algo que le hacía pensar que no todo estaba perdido.
-Nada. Sólo que me siento muy bien ahora, en este momento. Y pase lo que pase después, tengo el presentimiento de que no estaré sola.
Confesó, y era verdad. Porque cuando lo miraba, creía que había encontrado algo distinto que jamás había visto en nadie, y ese algo era el hecho de que nada de su pasado ni su presente importaba cuando lo tenía cerca. Sólo importaba su cobardía, porque ésta había manejado toda su vida. Tal vez desde que era chica, según los pocos recuerdos que tenía.
En otras palabras, toma mi mano...
Como si sus mentes se hubieran puesto de acuerdo, se tomaron de la mano sin decir una palabra, a la vez. Y así, guardaron silencio otro largo rato, escuchando la tranquilidad de aquella colina, viendo a lo lejos las luces de la ciudad, tan inmensa y tan efímera.
Cobarde. Eso había sido toda su vida. Recordaba los golpes que había recibido por ello, las palabras que tanto le habían dolido. El abandono de su familia, el apoyo de alguien que a duras penas se mantenía como él. ¿Era realmente amor, o en realidad encontraba en aquella mujer tan alegre, tan vivaz, a una persona que básicamente pensaba en las mismas cosas que él todos los días? Y cuando había tomado decisiones, sabía que eran erróneas. Pues bien, ¿cuál era su propósito en la vida?
¿Quieres ser uno conmigo?
La conexión. Había creído que no estaba hecho para nadie, y sin embargo, era mentira. La realidad era que su cobardía interfería en sus relaciones. Sus padres, sus amigos, chicas que le habían interesado y que se habían interesado en él, ella, todos alejados por él mismo, por encerrarse en su pequeño mundo a esperar a que se acostumbren a vivir sin él, y para él acostumbrarse a vivir sin otros. Y cuando lo habían necesitado, naturalmente, se había escondido. Un cobarde que nunca le había dado la oportunidad a nadie, por temor a él mismo.
En otras palabras, querido, bésame...
Pero ella ya no quería seguir siendo así. Se había ocultado tras una máscara de felicidad que no existía durante tanto tiempo, y ahora veía las acciones del pasado reflejadas en el presente. Había perdido al hombre que amaba, a los hombres que había amado, y cargaría con ello durante el resto de su vida. Era tiempo de cambiar, y en él, que sujetaba su mano con fuerza, estaba el cambio. Y a la vez, ¿cómo podía confiar en un niño? ¿Cómo podía esperar que él logre lo que ella no había logrado?
-Estoy asustado -confesó de repente, y ella lo miró-. Mañana todo se irá al demonio. Pensé en escapar, ¿sabías?
-Sí que sabía -contestó ella, y pasó su mano libre sobre su rostro, para que él la mire a los ojos-. Yo también pensé hacer lo mismo.
»Nunca quisiste a nadie realmente. Eres egoísta, tu cabeza no puede pensar en nadie más que en el dolor que podría llegar a causarte algo, y nunca te arriesgas a nada por eso. ¿De verdad quisiste a alguien alguna vez? ¿A tu padre? ¿A tu madre?
»¡No! No es así, sí los quise. Cometí errores y ellos también, estuve sola mucho tiempo... Pero sí creo que hay algún tipo de esperanza dentro mío, sí creo en que la vida puede ser mejor...
Se acercó y le besó los labios, despacio y durante unos instantes. Una leve brisa acarició el oscuro césped y les arrancó escalofríos en la nuca. Cuando se separaron, ella volvió a sonreír.
-Todo irá bien. Y habrá más de eso para ti.
No había decidido si era verdad o no aún, pero ya lo comprobaría a su debido tiempo. Ya se presentaría el momento en el que debería decidir si su voluntad era lo suficientemente fuerte como para sobrevivir. Hasta entonces, quería salvarlo a él... Y que no cometa los mismos errores que ella había cometido.
Llena mi corazón con canto, y déjame cantar por siempre y más.
Él no había decidido aún si lo iba a lograr o no, pero por un momento, ya no le importó nada más. Aquel momento pareció congelarse para siempre, y no existía un mañana después de aquellas estrellas y de aquella luna brillante. Casi podía imaginarse allí, sin abrir sus ojos nunca más, junto a ella, porque tal vez le habría gustado finalizar todo de una vez, y ser feliz por siempre. Estaba lleno de felicidad, la suficiente como para vivir eternamente; sin embargo, sabía que mañana podría esfumarse como si nunca hubiera existido. Toda una vida desaparecida en pequeñas acciones.
En otras palabras, por favor, sé fiel...
Por siempre. Jamás olvidaría todo lo que ella le había correspondido con aquel gesto, y todo lo que había querido decir sobre ella e incluso sobre él. Había hecho su última jugada, y el resto quedaba en sus manos. No sabía si iba a lograr algo, pero si de algo estaba seguro, era de que iba a ser fiel a aquel momento por siempre.
»Es un acto muy valiente de tu parte. Te felicito realmente.
Consternado, se sintió agradecido con aquella voz en su cabeza. Pase lo que pase, ya no se sentiría solo.
En otras palabras...
-Te amo.
Y otra vez, como si pudieran leerse el pensamiento, se abrazaron sin decir una palabra más, y esperaron. Sea lo que sea que hayan estado esperando aquella noche.
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