Welcome to Paradise

Página en construcción. Estará lista cuando la paja no le gane a la editora/escritora (o cuando photoshop se porte bien).
Si alguien sabe cosas que empiecen con la letra M, comente acá!

19 ene 2012

El Camino

Seguía el camino con mi bicicleta, apurándome demasiado y sin querer mirar atrás. Corría una suave brisa y el sol comenzaba a ocultarse detrás de la montaña que tenía en frente. Había recorrido ya muchos kilómetros, casi sin descansar, y no deseaba más que estar allí, yendo hacia donde yo quisiera, directamente hacia mi futuro. Prometía ser bueno, no tan glorioso, difícil, pero sabía que lo iba a disfrutar. Estaba segura de que me esperaban tiempos en los que me tendría que arreglar de cualquier manera, de los que terminaría cansada y rogando una gota de agua; pero si de algo estaba también segura, era de que no me arrepentiría de vivir agotada, porque ésa era la vida que había elegido. Pedalear, seguir, continuar hasta llegar a mi lugar.
Llegué así hasta un punto en el que el camino se dividía en dos partes. Uno de ellos, bajaba lentamente, escondido entre árboles, y desde donde estaba yo, podía ver perfectamente que se dirigía hacia un pueblo, donde seguramente podría descansar, cenar y recibir la noche con tranquilidad. Al día siguiente podría despertarme y pensar que el lugar me agradaba, pedir indicaciones a la gente del lugar y pensar bien si quería abandonarlo o no. Era lo más simple que podía hacer, pero de hacerlo así, habría abandonado lo que más quería en el mundo. El otro camino, seguía hasta el pie de la montaña y ascendía. Lo miraba y me daban escalofríos. Parecía muy largo, y un poco más allá, se perdía de vista. Sabía que podía transitar por ahí, lo cual sería buena idea, ya que si llegaba lo suficientemente alto, podría ver el pueblo entero y más allá. Podría elegir qué otros caminos tomar y por dónde seguir mi ruta hacia ningún lado (algún lado). Si se me hacía de noche, tal vez iba a ser peligroso bajar, y subir tampoco iba a ser tan fácil pedaleando; tendría que ir a pie. Entonces miré el camino hacia el pueblo otra vez, bajé de la bicicleta y esperé.
Sabía cuál de las dos opciones era la más sensata, cuál era más fácil y la que más me llamaba la atención. Pasar la noche en el pueblo y tal vez terminar mi viaje allí sería muy sencillo. Sin embargo, el deseo de ver toda la región desde lo alto era muy fuerte. No tenía una carga tan pesada en mi bicicleta, pero cargarla no era problema. Podría tirar de ella para siempre, si era lo que me hacía sentir viva y feliz. Mi corazón se agitaba de emoción al pensar en lo que había más allá, y en que cada vez estaba más alejada de lo que alguna vez había llamado hogar. Sí, podría ir al pueblo y volver al día siguiente, ¿pero estaba segura de que iba a volver a estar allí? ¿Y si algo me detenía allá abajo? Sabía que era una de esas cosas que si no hacía en el momento, no las iba a hacer nunca más. O por lo menos, no debía arriesgarme a que eso suceda. Tampoco pretendía llegar tan alto. Me conformaba con subir lo suficiente como para tener una buena vista del lugar. Y debía apurarme si no quería que se haga de noche.
No, no quería llegar tan alto, pero estaba segura de que quería subir. Así que empecé a caminar hacia la izquierda, tranquilamente, cantando alguna canción por lo bajo. No volví a mirar atrás, porque ya no me importaba hacerlo. Subía, subía, y quién sabe con qué cosas me encontraría o tendría que cargar. Tiraba de mí misma con esfuerzo pero con gusto de hacerlo, y tiraría de todas las cosas que amaba de esa manera. ¿Qué me importaba hacerlo, si mi corazón saltaba alegre y seguro, gritándome que siga por más que duela, que no vaya a detenerme?
Yo sentía como si también estuviera saltando. De a ratos miraba el camino midiendo su longitud, que desaparecía tras alguna curva y no me permitía ver demasiado, pero a los segundos ya no me importaba otra vez. Tenía miedo y eso me gustaba. La brisa seguía golpeando mi cara suavemente, y sonreí ante su frescura. Abajo, el pueblo, los bosques y todo lo demás, se iban achicando de a poco.

16 ene 2012

Knowledge

No sé, no sé, no sé, si quiero continuar, no sé, porqué, tampoco sé, no sé. Qué me motivó, qué me motiva, qué siento, si estoy o no, no sé, qué es lo que quiero, no sé. No sé porqué lloro, porqué sigo acá, porqué no me fui, si me voy a ir o no, no sé, no sé cuándo voy a dejar de sentirme así, si alguna vez lo estuve o alguna vez no lo estuve. No sé si quiero que alguien lo sepa, no sé si lo que digo es correcto, si me interesa que alguien se interese, no sé si yo no quiero interesarme en nadie, no sé si algún día voy a sentirme como quiero, no sé cómo quiero sentirme, no sé qué quiero escuchar, no sé qué quiero ver, no sé si quiero escuchar o ver, no sé si quiero seguir soñando, pero cada vez que sueño me escapo de lo que no sé... Creo. No sé qué significa lo que escribí... No sé cómo lo hice, ni en qué pensé.
Sí sé que como estoy ahora, sólo quiero abrazar a alguien y llorar hasta dormirme. Que me acaricien el pelo y cerrar los ojos. Sé que ni siquiera sería necesario que nadie me diga nada, porque no sé si hay algo para decir. No lo hay. Sé que me siento sola, cuando me levanto y nadie me espera. Sé que eso tampoco tendría que tener sentido, ¿pero qué es lo que le da un sentido contrario? No lo sé tampoco. Por eso no quiero preguntas, porque no sé qué contestar. Pero de lo que sí sé, estoy segura. Y ésa es la peor parte.

El Pájaro Canta Hasta Morir

Desde un rincón del olvido solo en su jaula,
Desde el infierno mismo donde no debía estar...
Qué será lo que te impide oír tan claro como el agua
Que el pájaro canta hasta morir
Su melodía sin fin.

Como esas cosas lujosas que hay en tu casa,
Que nunca pueden llenar tu vacío existencial...
Qué ironía del destino es haber nacido con alas,
Y mirar el cielo desde ahí...
Una tortura cruel.

Hay una espina clavada profundo en mi ser
En mi costado izquierdo, ahí...
A donde late mi fe.
Sólo duele cuando río como indicándome
Que nunca seremos libres,
Mientras que no lo sea él.

¿Qué nos hace creernos tan importantes?
Como si el ser humano fuese lo único esencial.
Un capricho egoísta y ya justificamos la causa,
La desgracia de un pobre animal...
Tu pobre felicidad.

12 ene 2012

Archivos borrados

Es mi deber aclarar el porqué de ésta entrada. Resulta que tuve demasiado tiempo para pensar últimamente, para pensar en asuntos personales, quiero decir, y llegué a estar tan aburrida que decidí cambiar mi foto de perfil [sí, a eso me llevan mis pensamientos últimamente, creo que merezco que me den una buena patada en el culo]. Así que daba vueltas por facebook, porque sorprendentemente tengo más fotos ahí que en "mis imágenes" [fotos que sacan otros, porque... cualquiera debe tener más fotos mías que yo misma] y empecé a retroceder en el tiempo, mediante imágenes.
Así, me acordé de un par de cosas de mis años de escuela que realmente no me habría acordado si no hubiera visto ésas fotos. Y hablo en serio, es como si hubieran pasado hace tanto tiempo, que mi cabeza ya no relacionaría ningún hecho actual con esos recuerdos. Excepto algunos, tal vez; porque con Belu solemos recordar a veces cosas que nos gustaban, pero de a poco fuimos viviendo otras cosas entre nosotras que tampoco tuvieron que ver con los días de escuela, así que... Creo que a ambas nos pasó lo mismo. Dejamos dormir todos esos recuerdos. Ahora, fascinada veo cómo éstas cosas parece que hubieran sucedido ayer.


La primer foto que hay que destacar es ésta. Refleja perfectamente lo que todo el curso hizo durante los tres años de polimodal. En general, rascarnos las pelotas. Y en cuanto a cada uno de nosotros... Bueno, Alan brilla por su ausencia. Juan vivía durmiendo. Sam... Bueno, ¡Sam! Y Belu y yo, colgadas una de cada lado, muy en otra. [Y nótese lo perfecto que estaba cortando ese papel.]



La segunda imagen habla claramente del chamuyo que nos salvó la nota. Observen a la chica de pelo corto y campera de jean (?) ordenando papeles nerviosamente y leyendo de paso las fotocopias de una lección para la que claramente no estudió; la chica de al lado claramente no sabe que está leyendo un mapa de Argentina, y el chico con las manos en los bolsillos ha adoptado su famosa posición de "estoy tranquilo, soy Juan y soy un capo". En cuanto a la chica de pollera... No pregunten.






Acá una foto con mi querido curso. ¿No vieron qué unidos que éramos? Mejores amigos por siempre.
[BTW, Perón sale re sexy!]
[Si no notaste la ironía del comentario, morite.]











No pregunten porqué, pero cada vez que llovía, hacíamos ésto. Alguna idea boluda de Manu, evidentemente. O de los tres... Anyway, ¿alguien más notó que tengo el mismo buzo en las tres fotos?
Nota: Estaba por poner una foto de cuando íbamos al cyber de Dirty, pero la única que hay es una en la que el don Dirty sale tirándose encima mío [don't be mal pensado (?), tirándose en el sentido de que estába abrazándome y es mucho más grande que yo, so... se entiende mi chiquititez, putos], y es muy graciosa y fea y no da. Aguanten esas tardes ahí ocupando espacio al pedo.



Días soleados en invierno y en primavera, dibujos raros en la mesa... y en las paredes. La miles de fotos con caras MUY raras [no sé cuál de nosotros sale más escrachado, de verdad] y las más tiernas [... bueno, no dije que salgamos con caras normales]. Me acordé también que nos decían trío dinámico, que el que nos empezó a decir así fue el jefe de preceptores, que nos odiaba demasiado y a nosotros nos chupaba un huevo. Que Manu siempre se dejaba peinar o maquillar, que nuestra primer foto con Belu fue ésta, que Alan era flogger y nosotras nos sacábamos fotos con él y nos cagábamos de risa.
Creo que hice ésta entrada por ella, porque a pesar de que pasaron muchos al lado nuestro, ninguno estuvo conmigo realmente, y todas esas fotos que son para cagarse de risa no existirían si ella no hubiera estado ahí para hacerme sonreír. No culpo a nadie ahora realmente, porque cada uno lidió con su propia carga, lo sabíamos todos, o por lo menos teníamos una idea de que cada uno se repartía entre su propio mundo y el que estábamos obligados a compartir en el aula. Lo sabíamos incluso de las personas con las que no hablábamos o de las que detestábamos, sólo que yo [o nosotras, debería decir], queríamos que nos dejaran un poco en paz. El colegio fue, es una cárcel, no volvería ahí de ningún modo, pero puedo sacar algo bueno de ésas fotos, de ésas personas, y es que me ayudaron a llevar esos años con más tranquilidad, lo hicieron hasta donde pudieron. A mi mejor y única amiga del secundario la conocí hablando de los Simpsons, y ya me estaba quedando sola en ese entonces... Cuando vi que ya no había lugar para mí, ella me vio y puso una silla al lado suyo, y ese gesto bastó para que me diera cuenta que de verdad valía la pena. La manera en que la aprecio no se puede expresar en palabras, lo lindo que es recordar ESOS momentos, tampoco. Ojala todos tuviéramos la suerte que yo tuve, la suerte de saber sin explicaciones lo que es la verdadera amistad.