Welcome to Paradise

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11 feb 2013

Heart in a Cage

No puedo. Descubrí que la mayor parte del tiempo puedo estar de buen humor, que me dan ganas de hacer cosas, que ya no duermo tanto (eso estaría mejor si se hubieran solucionado mis problemas de alimentación, pero hagamos de cuenta que eso no existe... como siempre), que me entretengo la mayor parte del tiempo y con eso estoy bien. Pero ya no puedo ignorar a mi conciencia, que básicamente, me recuerda siempre que todo eso lo estoy logrando alejándome de los demás. Y es entonces cuando todo lo que logro parece que no vale nada.
No vale el hecho de ignorar todo lo que realmente pienso sobre mí. No vale tener esa sensación de total soledad y aceptarla por completo, como si en realidad tuviera que ser así. Como si hubiera tenido que ser así desde el principio. La gente se acerca hasta cierto punto, pero no pueden llegar más allá de eso, simplemente porque yo lo impido. Y si llegan a cruzar ese límite, igual los espanto. Bueno, en realidad mi experiencia me dice eso, pero nunca fui muy amiga del completo empirismo, así que creo que lo que me mantiene acá todavía es el hecho de que pienso que se puede dar una excepción en algún momento. Me siento ridícula pensándolo así, pero soñar ese tipo de cosas optimistas no tiene nada de malo.
Si bien físicamente no estoy sola, el problema no pasa por ahí. Siento un vacío lo suficientemente grande como para no poder dormir y estar acá escribiendo esto, por ejemplo. Porque es a la noche cuando más miedo tengo. Siento que todo ese estante de libros que tengo encima se me va a venir encima en cualquier momento, mientras pienso en todas las personas que pasaron y se fueron de mi vida en tan poco tiempo. De todas esas, no quise retener a tantas, y aún así, fallé. Y si fallé, lamentablemente es porque ya no puedo cambiar lo que sea que yo haga mal. Dios, de verdad me gustaría tratar de hacer las cosas de una forma diferente, si alguien me dijera qué es, tal vez serviría. No hace mucho alguien con quien no hablaba hacía años (literal), me dijo que "se acordó de mí y se preguntaba cómo estaría". ¿SABEN QUÉ? LOS MILAGROS EXISTEN. Claro que no duró mucho, pero esas cosas no pasan. No pasan porque una vez que terminaste con alguien, ya está, la gente no quiere volver. Y mucho menos conmigo. Pareciera como si siempre fuera algo que yo no voy a entender y entonces es mejor dejarlo ahí y empezar a olvidar. A la vez, yo misma los empujo y alejo, tal vez porque tengo caprichos que nadie es capaz de satisfacer, o tal vez NO SÉ.
No me sirve ser talentosa en algo, no me sirve ser ni muy inteligente ni muy nada si lo único que hago es mantenerme encerrada en la misma mierda de siempre. Recreando una situación algo metafórica, me veo a mí misma encerrada en esa jaula, mirándolos a todos desde ese lugar, y aceptando esa maldita situación. Como si no hubiera otra manera de ser. A veces alguien me da la mano por entre las rejas, pero cuando ese alguien quiere, me suelta porque no hay manera de sacarme estirando. Si pudiera encontrar la llave, si YO pudiera encontrarla, entonces saldría a jugar con todos ellos. Pero ahora ni siquiera sé si quiero, porque las personas que me dieron la mano en algún momento, ya no están ahí esperándome. Y me da miedo, tengo tanto miedo de darle la mano a alguien más y que me suelte otra vez... Si la gente puede vivir sin mí, prefiero quedarme ahí, y ahorrarnos problemas a ambos.
Puedo aguantar que sea de noche y esté oscuro, puedo aguantar eso de pasar mis tardes atrapada entre las páginas de un libro porque ese mundo ficticio es mejor que el mío; puedo aguantar que esas cosas que imagino sean mi realidad porque eso me hace reír o llorar de una forma diferente. Tal vez no ría con felicidad, pero tampoco lloro con dolor. Puedo aguantar todo eso si es lo que los demás quieren porque la verdad es que me cansé, me cansé mucho de tratar de hacer cosas para cambiar. No logro nada, las cosas que me pasaron últimamente me dicen que claramente NO logro nada y que no vale la pena intentarlo. Puedo ser mi propia mejor amiga o mi propia persona con la que comparto más cosas, y ojala nunca me canse porque ya no sé de qué otra forma hacerlo.
Y es una mierda porque bueno, la verdad es que me gustaría ahora terminar de escribir éstas estupideces y que alguien venga a golpearme y decirme que no es así, que valgo la pena, que vale la pena tratar de tener una amistad conmigo porque yo soy alguien. Me detesto por ser una persona lo suficientemente horrible como para que no quieran verme o hablarme, y no hay nadie que me conozca mucho que pueda decir lo contrario. O que yo juzgue que es la indicada. No importa. No tiene sentido. Hubo alguien que pudo decirme que no vale la pena intentarlo conmigo. Pero no hubo nadie que diga lo contrario. Si hubiera, seguramente yo la alejaría. Da igual. Al final, es como suele terminar todo, pero me di cuenta tarde de que eso pasa prácticamente desde que tengo memoria, y los amigos que tengo son otro milagro. A todos ellos, los que están y los que se escaparon, les diría que los amo.
Yo no me olvidé, todavía.

1 comentario:

  1. Supongo que todos tenemos momentos de dudas, de miedos, incluso de odio a nosotros mismos. Algunos en mayor o menor medida.
    Lo único que te puedo decir es que tenes que alegrarte por quien se vaya por la simple razón de que lo eches o trates mal, si de verdad te valora se banca los peores caprichos habidos y por haber.

    Me metí a opinar porque me sentí bastante identificada, no me quiero entrometer tanto tampoco.

    Saludos y suerte.

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