No olvidar.

Creo que estoy haciendo este comentario un poco tarde... ¡Pero qué importa! Se supone que nunca es tarde para recordar cosas de este tipo, porque no es necesario que nadie diga nada sobre esto, todos deberían saberlo, deberían de estar informados; hablo principalmente de los argentinos. No es necesario que sea 16 de septiembre para recordar lo que sucedió en aquella época, porque las concecuencias se ven hasta el día de hoy; hasta el día de hoy, esas personas siguen desaparecidas. Esa fecha (en la cual debería haber hecho éste comentario, pero no importa eso), es recordada por ser el día en que se produjo una serie de secuestros de estudiantes de secundaria, conocida como la noche de los lápices. Es probablemente uno de los sucesos más representativos del último golpe militar en Argentina, y más deprimentes, desde mi punto de vista. Porque esos alumnos reclamaban un simple boleto estudiantil, y por eso fueron desaparecidos. Debe ser más grande aún el dolor para sus familias, y no sólo las de ellos. Porque no fueron las únicas personas víctimas de lo ocurrido en esa etapa oscura de la historia Argentina; así como ellos, hubo miles de otras personas a las que sus familias ni siquiera pudieron llorar, porque no estaban ni vivos ni muertos, estaban desaparecidos.
Me gustaría recordar ésto principalmente porque me revienta la gente que dice que no le interesa, la que dice que fueron cosas que ya pasaron, y que ahora no importan porque ya las cosas son distintas. ¡Pavadas! Porque lo que se vivió en esa época debería de ser un claro ejemplo para defender ahora más que nunca la democracia que conseguimos después de tiempos tan horrorosos. Siete años de terror, pánico, porque si abrías la boca, te callaban por las malas, y si te juntabas con fulano, que hablaba demasiado, también tenías que tener cuidado porque te iban a hacer desaparecer por culpa de él. El otro día hablábamos del tema con unos amigos, después de un cine debate que se hizo en la escuela sobre éste tema, y uno dijo: "y pensar que si estuvieramos en esa época, ahora nosotros salimos del colegio y nos meten a todos adentro de un auto". Por supuesto. Porque hacer reuniones de ese tipo, era imposible. Un profesor en contra del gobierno que expresaba sus ideas, se podía dar por muerto, porque de cualquier manera llegaba a oídos de esos tipos. Y así, la gente vivía cagada en las patas, dicho en cierta forma. Afortunadamente no viví en esos años, porque de verdad hubiera sido difícil. Pero no porque no lo haya vivido significa que no deba saber del tema. No porque ya haya terminado se tiene que olvidar.
Durante un tiempo, después de la vuelta de la democracia al país, la gente todavía seguía sintiéndose insegura de hablar del tema. Se pensaba que esos años debían quedar tapados, tachados, olvidados, porque al fin y al cabo ya había terminado, ¿y de qué carajo servía seguir
sufriendo por eso? Pero tal vez no se pensó en que la mayoría de las personas desaparecidas hasta el día de hoy no aparecieron de vuelta. Porque siguen estando las Abuelas de Plaza de Mayo todavía, con esperanzas de encontrar a sus nietos... Porque ya sus hijos se dan por perdidos. Y porque más que nunca ahora hay que tener cuidado y defender esta democracia rara que tenemos. Digo rara porque tengo varias cosas para decir sobre el gobierno de la señora Cristina, pero eso no viene al caso. ¿Es necesario que pase algo como lo de Honduras para que nos demos cuenta de que no es ninguna joda todo esto? Lo que pasó en Honduras... Lo que está pasando, por más que no vivamos ahí, ni tengamos parientes, por más que no nos afecte directamente, debe importarnos. Porque se produjo una serie de dictaduras en toda Latinoamérica, de las cuales las más terribles fueron en Argentina y Chile, y entonces todos bien sabemos lo que es eso. Que te prohiban pensar, progresar, que te prohiban la libertad... Que te prohiban escribir algo como ésto, por más que yo tenga menos palabras que mi hermana; eso es algo a lo que llegamos y no podemos permitir que nos lo quiten. Porque a nadie le gustaría que volviera a haber una segunda parte de esa dictadura, para volver a vivir con miedo, inseguridad... Por todo eso es que no hay que olvidar. Porque no podemos ignorar algo que sigue ahí, que nunca desapareció, que dejó una marca muy grande en todos. Por todas esas personas que no se sabe nunca qué fue lo que pasó, por los que murieron, y también por los que fueron callados, y siguen con nosotros el día de hoy, y tuvieron la desgracia de tener que soportar tal dictadura. No dejemos que nos cierren la mente personas que quieren manipularnos, ni dejemos que nos digan cómo pensar. Y que tampoco sea necesario que llegue el 16 de septiembre para recordar todo esto. Al fin y al cabo, no hay sólo una noche para recordar, sino siete largos años, que esperemos que no se vuelvan a repetir.