Welcome to Paradise

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24 feb 2012

Eso

"... Quería decirles que esos niños muertos, los que habían bajado por la escalera de caracol en la oscuridad, habían hecho algo peor que asustarlo: lo habían ofendido.
Ofendido, sí. Era la única palabra que se le ocurría, pero si la pronunciaba se reirían de él. Le tenían cariño, sin duda, y lo habían aceptado como a un igual, pero aun así se reirían de él. Sin embargo, había cosas que ofendían el sentido del orden de cualquier persona cuerda, ofendían la idea esencial de que Dios había dado a la tierra una inclinación sobre el eje para que el crepúsculo durara sólo veinte minutos en el Ecuador y más de una hora en los polos; que, después de hacer eso, había dicho: 'Bueno, si pueden calcular la inclinación, podrán calcular todo lo que quieran. Porque hasta la luz tiene peso y cuando la nota de un silbato desciende bruscamente es por el efecto de Doppler y cuando un avión rompe la barrera del sonido el estruendo no es el aplauso de los ángeles ni la flatulencia de los diablos, sino el aire que cae de nuevo en su lugar. Yo les di la inclinación y me senté en la platea para presenciar el espectáculo. No tengo otra cosa que decir salvo que dos más dos son cuatro, que las luces del cielo son estrellas, que si hay sangre los adultos la ven tanto como los niños, y que los niños muertos, muertos están'.
Se puede vivir con el miedo, habría dicho Stan, si hubiera podido. Tal vez no eternamente, pero sí mucho tiempo. En cambio, con la ofensa no se puede vivir, porque abre una grieta en tu pensamiento y si miras dentro de ella ves que allí hay cosas vivas, cosas con ojos amarillos que no parpadean y que huele muy mal en esa oscuridad. Y al cabo de un rato acabas por pensar que tal vez haya todo un universo distinto allá abajo, un universo donde hay una luna cuadrada en el cielo, donde las estrellas ríen con voces frías; un universo donde algunos triángulos tienen cuatro lados y otros cinco, y otros cinco a la quinta potencia. En ese universo puede haber rosas que canten. Todo lleva al todo, les habría dicho, si hubiera podido. Ved a vuestra iglesia y escuchad esas historias de que Jesús caminó sobre las aguas, pero si yo viera a un tipo haciendo eso gritaría hasta quedarme ronco. Porque a mí no me parecería un milagro sino una ofensa."

Habré explicado lo mismo de mil maneras distintas en varias oportunidades. Esas son las palabras correctas. Además, explica muchas cosas que suelo pensar o hacer. "My own beliefs inside my head", "hold on to yourself", son otras maneras de describirlo. Porque cuando creemos que todo nuestro mundo se modifica, cuando no entendemos lo que está pasando, recurrimos a una simple fórmula que está en nuestra mente. A veces no sabemos cómo es, qué es, cómo es que llegamos a ella, pero es única en cada uno y sí está. Porque a esa solución tan simple, que en muchos casos se podría simplificar en una sola palabra, terminamos recurriendo en el momento en que pensamos "¿qué me está pasando?". ¿Soy yo o son los demás? ¿Es algo externo que no podré ver nunca? ¿Existe? ¿Por qué? Entonces, por más impulsivos que seamos, terminamos recurriendo a nuestra propia fórmula. Siempre que pasa algo, cualquier pequeña acción en la que nos veamos involucrados, es resuelta por la forma de lo que está en nosotros, nuestras creencias. Podemos pensar que está todo perdido, pero si somos capaces de razonarlo, la explicación, el porqué, está ahí, lo podemos ver muy claramente.
Pero, ¿qué pasa si alguien o algo nos ofende? Lo describiría yo como una colisión entre nuestro mundo y otros, que se manejan con una lógica completamente distinta. Y si llegan a cuestionar nuestra realidad, si podemos ver que pasan delante nuestro con gestos burlones, de repente esa fórmula que nos mantenía firmes es inválida, y todo se desmorona. Ya no podemos aceptar la muerte, si vemos al muerto que se levanta, ya no podemos aceptar que dos más dos son cuatro, si de repente tenemos cinco, ya no podemos creer que el negro es negro, si es blanco o multicolor. Así pasa con cualquier cosa, ahí está la explicación a los suicidios por amor verdadero, ésa es la explicación de la repentina locura, de actos desesperados que aparecen sólo cuando queremos tapar eso que distorsionó nuestro mundo. Porque Eso no puede existir. Eso no puede ser real, no podemos permitir que sea real porque sería una ofensa. Y definitivamente, no se puede vivir con la ofensa.
Si hay algo que se aprende de la literatura fantástica es a imaginar mundos en donde todo es posible, donde la magia existe. La magia existe. Y una vez que uno se da cuenta de eso, ya no existen barreras entre nuestro mundo y los demás. Siempre vamos a quedarnos en el nuestro, pero poco a poco nos vamos alejando, porque queremos más de esos mundos extraordinarios. Y los aceptamos, nos gustan y ya no podemos vivir sin ellos. A veces, que te llamen "loco" por las ideas que tenés, te conforma. Porque los que conocen más mundos pueden entender mejor el propio, y eso nos hace más sabios. Abrir la mente y mirar dentro de esa grieta, de a poco, sin prisa, voluntariamente. Entonces son los demás los que no entienden nada de nada.

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